sábado, 19 de marzo de 2011

México de fiesta por Beatificación Juan Pablo II


MÉXICO D.F., 19 Mar. 11 / 04:09 pm (ACI)

Al celebrarse el próximo 1 de mayo la beatificación del Papa Juan Pablo II, elCardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, anunció la creación de una comisión de festejos que organizará una serie de eventos conmemorativos como un homenaje que reunirá a 70 000 personas en el Estadio Azteca.
En una conferencia de prensa realizada el 16 de marzo el Cardenal Rivera Carrera informó que las actividades de conmemoración de la beatificación del Papa Peregrino en México se realizarán desde el 2 de abril hasta el 22 de mayo.
La comisión de festejos informó que con estas actividades "se pretende sembrar esperanza y motivar a los habitantes de esta Ciudad-Arquidiócesis, para que unidos en la fe y en la búsqueda del bien común, todos, católicos y personas de buena voluntad, nos unamos en los ideales de amor, de justicia y de paz que estuvieron en el centro de la vida de Juan Pablo II y que irradió en sus visitas a nuestra Patria y en particular a nuestra Ciudad de México".
La Comisión organizadora de la beatificación, presidida por Mons. Pedro Agustín Rivera Díaz, informó que entre los eventos que se realizarán se encuentra el "Homenaje a Juan Pablo II" en el Estadio Azteca que se llevará a cabo el 2 de abril y reunirá a unas 70 mil personas.
El coordinador de este Homenaje, Juan Carlos Carredano, explicó que durante el espectáculo se transmitirán vIdeos con los momentos más importantes de las cinco visitas que el Papa realizó a México y se ofrecerá un concierto en su honor que contará con la participación de Filipa Giordano, Alexander Acha, Joan Sebastian, Manuel Mijares, Pedro Fernández y el dúo pop Ha-Ash.
Además el coordinador señaló que el 9 de abril se realizará el encuentro "Juan Pablo II, apóstol de la vida" y el 1 de mayo se llevará a cabo el "Encuentro Nacional Juvenil". Ambas actividades se realizarán en la Plaza de Toros, México en donde se congregarán unas 50 mil personas.
Carredano manifestó que dentro de las actividades de celebración también incluyen na exposición de las reliquias del nuevo beato y muestras fotográficas.
La Comisión informó que también stán organizando una serie de actividades que se realizarán en la Basílica de Guadalupe, en la Catedral Metropolitana, en la Curia Arquidiocesana, en las 8 Vicarías Episcopales Territoriales y en las parroquias de la Arquidiócesis.
En la Basílica de Guadalupe las celebraciones se iniciarán el 30 de abril con actividades de preparación desde la mañana; y a las 9:00 p.m. se iniciará una Velada-Vigilia juvenil que concluirá a las 5:30 a.m.
El 1 de mayo al mediodía en la misma Basílica se realizará una Misa de acción de gracias que será presidida por Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México.
En la Catedral, la actividad se realizará el 8 de mayo a las 10:00 a.m. con el recorrido del Papabús y al mediodía el Cardenal Rivera Carerra presidirá una Misa.
Las Vicarías Episcopales territoriales tendrán su celebración el 15 de mayo con la entronización de la imagen del Beato Juan Pablo II y promoción vocacional.
El Papa Juan Pablo II falleció en 2005 después de 27 años de pontificado. El Santo Padre visitó México en cinco ocasiones siendo la última en 1999.

Como vivían la Cuaresma los primeros cristianos


¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la Cuaresma
¿Por qué 40 días? ¿Por qué la penitencia y el ayuno?
¿Por qué la imposición de la ceniza?
La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno Infra-pascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.
Los primeros pasos
Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.
La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.
A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.
En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días
De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno pre-pascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.
El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o cuaresma.
Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.
Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.
¿Por qué la ceniza?
Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse como si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.
Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.
Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».
El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmal no es una práctica exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.
Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.
¿Por qué cuarenta días?
El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.
En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli¬ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares¬mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.
En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.
Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.
Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.
El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.
El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

San José


Texto del Evangelio (Mt 1,16.18-21.24a): Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado.
Comentario: Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida (Lleida, España)
José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer
Hoy, celebra la Iglesia la solemnidad de San José, el esposo de María. Es como un paréntesis alegre dentro de la austeridad de la Cuaresma. Pero la alegría de esta fiesta no es un obstáculo para continuar avanzando en el camino de conversión, propio del tiempo cuaresmal.

Bueno es aquel que, elevando su mirada, hace esfuerzos para que la propia vida se acomode al plan de Dios. Y es bueno aquel que, mirando a los otros, procura interpretar siempre en buen sentido todas las acciones que realizan y salvar la buena fama. En los dos aspectos de bondad, se nos presenta a San José en el Evangelio de hoy.

Dios tiene sobre cada uno de nosotros un plan de amor, ya que «Dios es amor» (1Jn 4,8). Pero la dureza de la vida hace que algunas veces no lo sepamos descubrir. Lógicamente, nos quejamos y nos resistimos a aceptar las cruces.

No le debió ser fácil a San José ver que María «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,18). Se había propuesto deshacer el acuerdo matrimonial, pero «en secreto» (Mt 1,19). Y a la vez, «cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños» (Mt 1,20), revelándole que él tenía que ser el padre legal del Niño, lo aceptó inmediatamente «y tomó consigo a su mujer» (Mt 1,24).

La Cuaresma es una buena ocasión para descubrir qué espera Dios de nosotros, y reforzar nuestro deseo de llevarlo a la práctica. Pidamos al buen Dios «por intercesión del Esposo de María», como diremos en la colecta de la misa, que avancemos en nuestro camino de conversión imitando a San José en la aceptación de la voluntad de Dios y en el ejercicio de la caridad con el prójimo. A la vez, tengamos presente que «toda la Iglesia santa está endeudada con la Virgen Madre, ya que por Ella recibió a Cristo, así también, después de Ella, San José es el más digno de nuestro agradecimiento y reverencia» (San Bernardino de Siena).

Ayuno y abstinencia


El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. La abstinencia consiste en no comer carne. Son días de abstinencia y ayuno el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.
La abstinencia obliga a partir de los catorce años y el ayuno de los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.
Con estos sacrificios, se trata de que todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo) participe en un acto donde reconozca la necesidad de hacer obras con las que reparemos el daño ocasionado con nuestros pecados y para el bien de la Iglesia.
El ayuno y la abstinencia se pueden cambiar por otro sacrificio, dependiendo de lo que dicten las Conferencias Episcopales de cada país, pues ellas son las que tienen autoridad para determinar las diversas formas de penitencia cristiana.

¿Por qué el Ayuno?

Es necesario dar una respuesta profunda a esta pregunta, para que quede clara la relación entre el ayuno y la conversión, esto es, la transformación espiritual que acerca del hombre a Dios.
El abstenerse de la comida y la bebida tienen como fin introducir en la existencia del hombre no sólo el equilibrio necesario, sino también el desprendimiento de lo que se podría definir como "actitud consumística".
Tal actitud ha venido a ser en nuestro tiempo una de las características de Ia civilización occidental. El hombre, orientado hacia los bienes materiales, muy frecuentemente abusa de ellos. La civilización se mide entonces según Ia cantidad y Ia calidad de las cosas que están en condiciones de proveer al hombre y no se mide con el metro adecuado al hombre.
Esta civilización de consumo suministra los bienes materiales no sólo para que sirvan al hombre en orden a desarrollar las actividades creativas y útiles, sino cada vez más para satisfacer los sentidos, Ia excitación que se deriva de ellos, el placer, una multiplicación de sensaciones cada vez mayor.
El hombre de hoy debe abstenerse de muchos medios de consumo, de estímulos, de satisfacción de los sentidos: ayunar significa abstenerse de algo. El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse a sí mismo: No.
No es Ia renuncia por Ia renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo.

Yo he estado allí antes


A la leyenda del béisbol Yogi Berra se le conoce por sus ocurrencias a menudo repetidas, tales como «no ha terminado hasta que haya terminado» y «¡parece que ya he estado allí antes!»
Me pregunto si los discípulos sintieron que ya habían estado allí antes cuando vieron a Jesús de pie junto a la orilla (Juan 21). Desalentados, distraídos y preocupados por sus propias necesidades, a la sombra de la negación de Pedro y de cómo habían abandonado a Jesús, habían dejado su llamamiento de seguir a Su Señor y retornaron a su antigua ocupación, la pesca.
Luego, después de una infructuosa noche de pesca, una voz desde la orilla les dio una orden: «Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis» (Juan 21:6). Cuando lo hicieron, las redes estaban tan llenas que no podían sacarlas. Sin duda alguna, sus mentes volaron hacia su primer encuentro con Jesús, cuando Él se les apareció a la «orilla» de sus carreras y, después de otra pesca milagrosa, les llamó a dejar sus redes y seguirle (Lucas 5:1-11).
Al igual que los discípulos, tal vez queramos regresar a nuestras antiguas vidas cuando nos desalentamos en nuestro caminar con Jesús. Pero luego el Señor vuelve a aparecérsenos a la orilla de nuestras vidas para darnos perdón y llevarnos de vuelta a aquellos momentos en los que nos llamó por primera vez.
¡Es como si ya hubiéramos estado allí antes!  -JMS
Jesús nos llama a seguirle; y repite Su llamado siempre que es necesario.
Nuestro Pan Diario, Publicaciones RBC.
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias. —Juan 21:1