viernes, 3 de febrero de 2012

El lenguaje de la piel

Las personas no sólo necesitamos recibir, sino también dar caricias. En resumen:Dar y recibir. Estas acciones son en realidad una misma cosa. Sólo vamos a recibir si somos capaces de dar.
Jean Paul Sartre decía que la caricia “no es un simple roce de epidermis: es, en el mejor de los sentidos, creación compartida…”, al acariciar comunicamos nuestros sentimientos, intentamos sentir lo que siente el otro/a .
Aceptar nuestro cuerpo es la primera premisa. Esto nos ayuda a conocernos, a saber lo que nos estimula, ser conscientes de lo que sentimos… A través del propio conocimiento, podemos aprender lo que es estimulante para el compañero sexual.
Qué sentimos a través de las caricias? Calor, electricidad, cosquilleo, enervamiento, plenitud, etc. Las sensaciones son individuales y tienen que ver en cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, con la afectividad, con las vivencias y, sobre todo, con el hecho de haberse sentido amado, acariciado y valorado.
En algunos puntos de nuestro cuerpo sentimos especialmente el placer despertado a través de besos, roces, manos enamoradas que se pierden en el cuerpo. A estos puntos los llamamos zonas erógenas. Así se han considerado: el pene, el clítoris, el pecho y las tetillas. Hay otros puntos secundarios, en el cuello, ombligo, espalda o las orejas, tan placenteros como los considerados puntos clave en el placer.
El explorar el cuerpo es como el símil “del viaje”. Para planificar ese recorridonecesitamos: mirar en el plano, tener información, visitar los monumentos más importantes, pero también los rincones más entrañables. Son muchos los parajes que pueden ser disfrutados y siempre partiendo de las vivencias corporales. La búsqueda de sensaciones puede iniciarse en cualquier parte del cuerpo.
Conocer el lenguaje de la piel es uno de los componentes de la sexualidad.