El lenguaje de la piel
Las personas no sólo necesitamos recibir, sino
también dar caricias. En resumen:Dar
y recibir. Estas acciones son en realidad una misma cosa. Sólo
vamos a recibir si somos capaces de dar.
Jean Paul Sartre decía que la
caricia “no es un
simple roce de epidermis: es, en el mejor de los sentidos, creación
compartida…”, al acariciar comunicamos nuestros sentimientos, intentamos
sentir lo que
siente el otro/a .
Aceptar nuestro cuerpo es
la primera premisa. Esto nos ayuda a conocernos, a saber
lo que nos estimula, ser conscientes de lo que sentimos… A través del propio
conocimiento, podemos aprender lo que es estimulante para el compañero sexual.
Qué sentimos a través de
las caricias? Calor, electricidad, cosquilleo, enervamiento, plenitud, etc. Las
sensaciones son individuales y
tienen que ver en cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, con la
afectividad, con las vivencias y, sobre todo, con el hecho de haberse
sentido amado,
acariciado y valorado.
En algunos puntos de
nuestro cuerpo sentimos especialmente el placer despertado a través de
besos, roces, manos enamoradas que se pierden en el cuerpo. A estos puntos los
llamamos zonas erógenas. Así se han
considerado: el pene, el clítoris, el pecho y las tetillas. Hay otros puntos
secundarios, en el cuello, ombligo, espalda o las orejas, tan placenteros como
los considerados puntos clave en el placer.
El explorar el cuerpo es
como el símil “del viaje”. Para planificar ese recorridonecesitamos: mirar en el plano,
tener información, visitar los monumentos más importantes, pero también los
rincones más entrañables. Son muchos los parajes que pueden ser
disfrutados y siempre partiendo de las vivencias corporales. La búsqueda de
sensaciones puede iniciarse en cualquier parte del cuerpo.
Conocer el
lenguaje de la piel es uno de los componentes de la sexualidad.